El intendente visitó y compartió la tarde con los niños y adultos que concurren al merendero Nuestra Señora de las Lágrimas, del barrio Las Costas, al oeste de la ciudad. Se interiorizó de su funcionamiento, pero fundamentalmente de sus necesidades, además de entregar elementos necesarios para su funcionamiento.
“Nos habíamos comprometido y hoy estamos en este merendero que asiste a chicos, jóvenes y adultos, todos a cargo del querido y reconocido padre Carlos Escobar Saravia junto a un equipo de colaboradores. Venimos a acompañarlos y ver las necesidades que tienen, que son muchas, porque es una barriada muy carenciada y evaluamos la forma de ayudarlos”, fueron las expresiones del intendente Gustavo Sáenz en su visita, esta tarde, al merendero de la vicaría Nuestra Señora de las Lágrimas, en el barrio Las Costas.
Bajo ese concepto, Sáenz puso el acento en que “esta es la forma de marcar la presencia de las personas que estamos en el Estado y queremos abrir el corazón a las necesidades. Los funcionarios tenemos la responsabilidad de estar cerca la gente, aunque muchos no lo hacen. Nosotros tenemos la obligación de venir y ver las necesidades, porque de esto se sale con acompañamiento, con ayuda, con solidaridad de toda la comunidad y de los funcionarios”.
En la ocasión, el intendente entregó utensilios y vajilla, frazadas y zapatillas, que fueron recibidos por la encargada del merendero, Elisabeth Santa Cruz.
Sáenz fue contundente, durante su encuentro con el personal y colaboradores del lugar, al afirmar que “de esto se sale con educación y trabajo, además de cultivar esos valores desde la infancia. Los planes sociales ayudan a mitigar la pobreza, pero no te sacan jamás de ella”.
Resaltó la contención que realiza Escobar Saravia en este espacio barrial, quien a sus 93 años de edad continúa en la línea de la educación compartiendo todo con la familia. “Estoy muy contento, porque es la primera vez que llega un intendente aquí. Fue mi alumno y eso me enorgullece”, dijo el sacerdote.
A su turno Ana, colaboradora incondicional e impulsora del merendero que funciona desde hace 4 años, explicó que se atiende a unas 220 personas, entre ellas familias completas, que concurren de lunes a viernes durante la tarde.
“Es más que un merendero, porque también se ayuda a los chicos a realizar sus tareas escolares, las mujeres nos ayudan con el jardín de infantes a la hora de preparar y servir la merienda y también adecuamos un baño para las madres que carecen de sanitario en sus casas. Para los chicos es también un espacio que comparten por unas horas y de esa forma salen de la calle. La idea no es solo dar alimento a los niños que están, sino que compartan en sus casas según sus necesidades y de esa forma distribuimos lo que tenemos”, explicó Ana.